Cuando termina el amor
vuelven las procesiones,
Las saetas al cristo del mal querido.
Los feligreses llenan los templos
y el sermón atrae a los peregrinos.
 
Cuando se acaba el amor
los pañuelos secan alguna verdad
pegada en el bolsillo del pantalón,
tapadas entre manos de alfarero
con uñas que reclaman derechos de autor.
 
Cuando se finiquita al querer
los museos se llenan de artistas emergentes.
Una nueva estatua llega al museo de cera
mostrando su mejor cara,
ocultando la pena.
 
Lo cruel de amar
son las despedidas vestidas de arlequín,
los besos a mano armada,
los abrazos de alquiler,
la bola del trilero que engaña.
 
Lo mejor de dejar de amar
es el reintegro de las fichas del monopoly,
y aunque ya no vuelen mariposas en tu vientre,
lo mejor de dejar de amar,
es pensar en quien será el/la siguiente.

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